A principios de los años 90, la imagen de San
Antón salía en procesión montada sobre una carroza, en la cual se representaba
el retiro que el santo realizó al monte Colzim, cerca del mar Rojo. Rodeado de
animales y como no, con la imagen del cerdo, pues según cuenta la tradición en
una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en
actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de los animales y desde entonces la
madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara.
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